lunes, 28 de noviembre de 2016

¨Instalaciones Imprevistas¨ del fotógrafo CARLOS GERMÁN ROJAS





La Galería 39 de El Hatillo presenta  la exposición “Instalaciones Imprevistas” del fotógrafo Carlos Germán Rojas.  Dicha muestra forma parte de una serie de exposiciones dedicadas a celebrar sus cuarenta años de vida artística. 

En palabras de Mariela Provenzali, el fotógrafo “en su constante atrapar de imágenes, se atreve a recrear un nuevo instante, acoplando dos momentos que despiertan la curiosidad del espectador”. Agrega Antonio López Ortega, que en la obra de Rojas “hay azar porque el observador puede advertir la similitud entre formas, colores, hábitos u objetos, pero se diría que la coincidencia es premeditada, esto es, hay una mirada, o un lente, o un ojo, que ha querido poner a coincidir esas imágenes, que ha querido provocar una lectura. Y en esa provocación, hay más de azar subjetivo que de objetivo: no le dejamos el juego a los dioses, si se quiere, sino al mortal iluminado que es todo creador”.

Desde 1977 hasta hoy ha realizado más de quince exposiciones individuales en espacios como el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, Los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas, el Centro Nacional de Fotografía y diversas galerías privadas.

En el 2004 publicó “Imágenes de la Ceibita”, trabajo que realizó entre 1976 y 1983.

Su trabajo como fotógrafo independiente le ha llevado a realizar trabajos para el Museo de Bellas Artes, el CONAC, el MACSI, el Museo Carlos Cruz Diez y la Galería de Arte Nacional y la Fundación Cisneros durante más de una década.

En 1988 fue galardonado con el  Primer Premio Luis Felipe Toro y en 1981 con el Segundo Premio de Fotografía del CONAC entre otros.

La inauguración será este sábado 3 de diciembre a las 4 pm. En los espacios de la Galería 39 de El Hatillo.

Calle Bolívar con calle Instrucción, Quinta La Casona . # 37. El Hatillo, Caracas.

Instagram:
@39galeria
+58 (212) 961 0023.
www.39galeria.blogspot.com

  
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CARLOS GERMÁN ROJAS: MIRADA BICÉFALA

Los surrealistas postularon el “azar objetivo” como una manera de  descubrir correspondencias azarosas entre dos imágenes, dos palabras o dos ideas creativas. Como buenos juglares, pensaban que la razón no era tan importante como el inconsciente. O mejor dicho, creían que el inconsciente resguardaba una sabiduría superior, una mirada anterior. Si una silla se juntaba con un paraguas, ello respondía a un propósito difícil  de esclarecer, a un designio anterior a la condición humana. El observador intuía que en esa asociación había un hallazgo, un guiño, pero quizás no podía entender por qué.

En “Instalaciones imprevistas”, del fotógrafo Carlos Germán Rojas, el procedimiento difiere ligeramente: hay azar porque el observador puede advertir la similitud entre formas, colores, hábitos u objetos, pero se diría que la coincidencia es premeditada, esto es, hay una mirada, o un lente, o un ojo, que ha querido poner a coincidir esas imágenes, que ha querido provocar una lectura. Y en esa provocación, hay más de azar subjetivo que de objetivo: no le dejamos el juego a los dioses, si se quiere, sino al mortal iluminado que es todo creador.

No se exagera cuando se usa el calificativo de “imprevistas”, que es lo que no se ha previsto, y mucho menos visto. Quizás cuando las imágenes autónomas fueron tomadas, nadie imaginaba que en la mesa de disección del fotógrafo, éstas adquirirían nueva vida, nuevas relaciones. Y a ese juego de resurrección, me parece, es al que invita Carlos Germán Rojas. Las imágenes nos hablan ahora de otra manera: son autónomas, son libres; han huido del referente que las encarcelaba. Estas imágenes tienen brazos, ojos, lunares, apetitos. Una extiende un ramal y toca el cielo, otra se agacha y reconoce su propio ombligo. Reino de la imagen, ante el que nos conviene inclinarnos, como súbditos remotos.

¿Quién mira estas imágenes? ¿Quién las reproduce? ¿Quién las ensambla? No es la mirada poliédrica de una mosca, ni la mirada doble del leopardo, ni la mirada sin colores de un perro. Es más bien la mirada de un ente bicéfalo, que piensa doble, o que piensa con dos cabezas. Cabezas unidas orgánicamente pero a la vez separadas en espíritu, como si respondieran a dos almas gemelas. ¿Invitación a la esquizofrenia? No. Me parece que la invitación es más bien a pensar que la unicidad es engañosa, que la soledad es una noción caduca, que la belleza es inconcebible sin alteridad o reverso. 


     Antonio López Ortega
     (Septiembre, 2012)