La Galería 39 de El Hatillo presenta la exposición “Instalaciones Imprevistas” del
fotógrafo Carlos Germán Rojas. Dicha
muestra forma parte de una serie de exposiciones dedicadas a celebrar sus
cuarenta años de vida artística.
En palabras de Mariela Provenzali, el fotógrafo “en su constante atrapar de imágenes, se atreve a recrear un nuevo instante,
acoplando dos momentos que despiertan la curiosidad del espectador”. Agrega
Antonio López Ortega, que en la obra de Rojas “hay
azar porque el observador puede advertir la similitud entre formas, colores,
hábitos u objetos, pero se diría que la coincidencia es premeditada, esto es,
hay una mirada, o un lente, o un ojo, que ha querido poner a coincidir esas
imágenes, que ha querido provocar una lectura. Y en esa provocación, hay más de
azar subjetivo que de objetivo: no le dejamos el juego a los dioses, si se
quiere, sino al mortal iluminado que es todo creador”.
Desde 1977 hasta hoy ha realizado más de quince
exposiciones individuales en espacios como el Museo de Arte Contemporáneo
Francisco Narváez, Los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas, el Centro
Nacional de Fotografía y diversas galerías privadas.
En el 2004 publicó “Imágenes de la Ceibita”, trabajo
que realizó entre 1976 y 1983.
Su trabajo como fotógrafo independiente le ha llevado
a realizar trabajos para el Museo de Bellas Artes, el CONAC, el MACSI, el Museo
Carlos Cruz Diez y la Galería de Arte Nacional y la Fundación Cisneros durante
más de una década.
En 1988 fue galardonado con el Primer Premio Luis Felipe Toro y en 1981 con
el Segundo Premio de Fotografía del CONAC entre otros.
La
inauguración será este sábado 3 de diciembre a las 4 pm. En los espacios de la
Galería 39 de El Hatillo.
Calle Bolívar con calle Instrucción, Quinta La Casona . # 37. El Hatillo,
Caracas.
Instagram:
@39galeria
+58 (212) 961 0023.
www.39galeria.blogspot.com
CARLOS GERMÁN ROJAS: MIRADA BICÉFALA
Los surrealistas postularon el “azar objetivo” como una manera
de descubrir correspondencias azarosas
entre dos imágenes, dos palabras o dos ideas creativas. Como buenos juglares,
pensaban que la razón no era tan importante como el inconsciente. O mejor
dicho, creían que el inconsciente resguardaba una sabiduría superior, una
mirada anterior. Si una silla se juntaba con un paraguas, ello respondía a un
propósito difícil de esclarecer, a un
designio anterior a la condición humana. El observador intuía que en esa
asociación había un hallazgo, un guiño, pero quizás no podía entender por qué.
En “Instalaciones imprevistas”, del
fotógrafo Carlos Germán Rojas, el procedimiento difiere ligeramente: hay azar
porque el observador puede advertir la similitud entre formas, colores, hábitos
u objetos, pero se diría que la coincidencia es premeditada, esto es, hay una
mirada, o un lente, o un ojo, que ha querido poner a coincidir esas imágenes,
que ha querido provocar una lectura. Y en esa provocación, hay más de azar
subjetivo que de objetivo: no le dejamos el juego a los dioses, si se quiere,
sino al mortal iluminado que es todo creador.
No se exagera cuando se usa el
calificativo de “imprevistas”, que es lo que no se ha previsto, y mucho menos
visto. Quizás cuando las imágenes autónomas fueron tomadas, nadie imaginaba que
en la mesa de disección del fotógrafo, éstas adquirirían nueva vida, nuevas
relaciones. Y a ese juego de resurrección, me parece, es al que invita Carlos
Germán Rojas. Las imágenes nos hablan ahora de otra manera: son autónomas, son
libres; han huido del referente que las encarcelaba. Estas imágenes tienen
brazos, ojos, lunares, apetitos. Una extiende un ramal y toca el cielo, otra se
agacha y reconoce su propio ombligo. Reino de la imagen, ante el que nos
conviene inclinarnos, como súbditos remotos.
¿Quién mira estas imágenes? ¿Quién
las reproduce? ¿Quién las ensambla? No es la mirada poliédrica de una mosca, ni
la mirada doble del leopardo, ni la mirada sin colores de un perro. Es más bien
la mirada de un ente bicéfalo, que piensa doble, o que piensa con dos cabezas.
Cabezas unidas orgánicamente pero a la vez separadas en espíritu, como si
respondieran a dos almas gemelas. ¿Invitación a la esquizofrenia? No. Me parece
que la invitación es más bien a pensar que la unicidad es engañosa, que la
soledad es una noción caduca, que la belleza es inconcebible sin alteridad o
reverso.
Antonio López Ortega
(Septiembre, 2012)